
Música: Quique Rassetto
Letra: Norma Montenegro
El viento armonizaba sus acordes en los rayos dorados de la tarde. El otoño llegaba, dibujando tus pasos, en el ocre de los parques. Era un tiempo sereno, venturoso; tus ojos eran mansos al mirarme, mi pobreza empujaba hacia el abismo aquel amor, negado por tu clase. Quebraba mi alma la constante espera de saber si vendrías a buscarme. ¡Llegabas! Como el mar incontenible y en mi boca dejabas tu mensaje. ¿Cuándo fue que cediste a los prejuicios sumergiendo en tinieblas tu coraje? Hubo un hondo silencio a mis preguntas; nunca lo supe, sólo pude amarte. Cantaba con la brisa conmovida la tibieza desnuda del romance. Compartida caricia en la dulzura del amor detenido en el paisaje. El ocaso me arrima la fragancia regresando a la vida mis rosales es otoño y te pienso en el desvelo duendes de amor que tardan en marcharse.
